"Jardin Primitivo", óleo s/tela, 50 x 60 cm.
La trama del pintor
La tela es el escenario de la memoria; el drama siempre subyacente se despliega con resuelta energía, configurando los territorios donde se representarán las escenas evocadas, llenando de color la vastedad de los desafíos que cada día aborda el pintor. Para él –no hay que equivocarse–, es la confrontación con el tiempo lo que moviliza su ansiedad: el pasado, desde la infancia hasta el café de la mañana, se agolpa en la urdiembre de sus pinceles y le demanda la opción de turno, sin importarle tanto el momento de su ocurrencia como el sentido con el cual le dará la razón de haber sucedido. Sebastián Maquieira sabe adónde se dirige cada vez que acomete con ahínco la superficie despejada del rectángulo hasta terminar de cubrirla, o bien dejarla a medias, para empezar a continuación el ritual convocatorio que poblará esos descampados. Sus perímetros son amplios; a su vez, las referencias y los protagonistas no tienen una escala establecida. Esta libertad espacial no conjura los secretos acuciantes pero les permite deambular con soltura y disimularse en la sugerencia, en esa ficción que es la pintura respecto al tiempo y al espacio, a los que engaña dándoles a creer en la profundidad, en lo fidedigno, en la expresión de los sentimientos. Maquieira domina esa ficción.
Los relatos de Sebastián Maquieira ocurren al momento de pintarlos, si bien las escenas provienen de su memoria extendida en el tiempo. Un letrero caminero, un crimen, una fotografía de antaño o de anteayer, encuentran su momento de esplendor en el instante en que son citados a la tela, recuperando por una y última vez algo de la vigencia de su acontecer original, aquél cuando eventualmente incidieron en la vida del pintor. Para éste la cita tiene más de exorcismo que de reflexión; es más fuerte el temblor que el viento que lo explica, y la única forma de contenerlo parece ser fijándolo para siempre en el cuadro. A veces, la reiteración de una figura o un grafismo es otra manera de recordarlos antes de devolverlos al anonimato, perdidos entre sus congéneres. La obra, la representación del drama de la memoria, se desenvuelve así, dentro de estos parámetros recurrentes que aglutinan el tiempo. No obstante, el clímax es el presente. Maquieira acusa en su convocatoria del pasado la suma de todos los fuegos que ha observado en su breve pero atento devenir, y que le advierten la improbabilidad del futuro. Como la barrera que se quema delante del joven semidesnudo con el rostro cubierto, el artista no puede anticipar qué sucederá una vez que las llamas la consuman: ¿sobrevendrá la libertad, o el fuego seguirá incontenible hasta arrasarlo todo?
Mario Fonseca
Santiago, julio 2006
La trama del pintor
La tela es el escenario de la memoria; el drama siempre subyacente se despliega con resuelta energía, configurando los territorios donde se representarán las escenas evocadas, llenando de color la vastedad de los desafíos que cada día aborda el pintor. Para él –no hay que equivocarse–, es la confrontación con el tiempo lo que moviliza su ansiedad: el pasado, desde la infancia hasta el café de la mañana, se agolpa en la urdiembre de sus pinceles y le demanda la opción de turno, sin importarle tanto el momento de su ocurrencia como el sentido con el cual le dará la razón de haber sucedido. Sebastián Maquieira sabe adónde se dirige cada vez que acomete con ahínco la superficie despejada del rectángulo hasta terminar de cubrirla, o bien dejarla a medias, para empezar a continuación el ritual convocatorio que poblará esos descampados. Sus perímetros son amplios; a su vez, las referencias y los protagonistas no tienen una escala establecida. Esta libertad espacial no conjura los secretos acuciantes pero les permite deambular con soltura y disimularse en la sugerencia, en esa ficción que es la pintura respecto al tiempo y al espacio, a los que engaña dándoles a creer en la profundidad, en lo fidedigno, en la expresión de los sentimientos. Maquieira domina esa ficción.
Los relatos de Sebastián Maquieira ocurren al momento de pintarlos, si bien las escenas provienen de su memoria extendida en el tiempo. Un letrero caminero, un crimen, una fotografía de antaño o de anteayer, encuentran su momento de esplendor en el instante en que son citados a la tela, recuperando por una y última vez algo de la vigencia de su acontecer original, aquél cuando eventualmente incidieron en la vida del pintor. Para éste la cita tiene más de exorcismo que de reflexión; es más fuerte el temblor que el viento que lo explica, y la única forma de contenerlo parece ser fijándolo para siempre en el cuadro. A veces, la reiteración de una figura o un grafismo es otra manera de recordarlos antes de devolverlos al anonimato, perdidos entre sus congéneres. La obra, la representación del drama de la memoria, se desenvuelve así, dentro de estos parámetros recurrentes que aglutinan el tiempo. No obstante, el clímax es el presente. Maquieira acusa en su convocatoria del pasado la suma de todos los fuegos que ha observado en su breve pero atento devenir, y que le advierten la improbabilidad del futuro. Como la barrera que se quema delante del joven semidesnudo con el rostro cubierto, el artista no puede anticipar qué sucederá una vez que las llamas la consuman: ¿sobrevendrá la libertad, o el fuego seguirá incontenible hasta arrasarlo todo?
Mario Fonseca
Santiago, julio 2006
"working class hero", óleo sobre tela, 120 x 120 cm.
"Un tzunami arrazó tu ciudad", óleo sobre tela, 130 x 140 cm.
"Un tzunami arrazó mi ciudad", óleo sobre tela, 130 x 140 cm.
"Dance hall", óleo sobre tela, 100 x 100 cm.
"It ´s all over now, baby blue", óleo sobre tela, 100 x 120 cm.
"BANG !", óleo sobre tela, 110 x 130 cm.
"American mito", óleo sobre tela, 110 x 130 cm.
"Happy mondays 1", óleo sobre tela, 70 x 90 cm.
"Happy mondays 2", óleo sobre tela, 70 x 90 cm.
"Happy mondays 3", óleo sobre tela, 70 x 90 cm.
"Business lady", óleo y traspaso sobre tela, 100 x 127 cm.
"Pump", óleo sobre tela, 50 x 60 cm.
"S/T", óleo sobre tela, 50 x 60 cm.
3 comentarios:
Buenisima la serie con referencias musicales,,,,,,, sutil, dinamica, sugerente, y muy propia de tu cerebro intenso y desquisiado.
Aun sobrevivo dignamente sobre la mata e coco, un abrazo, Tonrra.
DANCEHALL LA CAGOOOOO MAKURLY
SE ECHAN DE MENOS TUS MUNDOS Y PAISAJES
NOS VIMOS Y NOS VAMOS EN LA MOTO E E E EE
me gusta que en tus pinturas uno puede descubrir cosas como si estuvieramos buscando a wally
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